El presidente LĂłpez Obrador ha dicho que no quiere fideicomisos en su gobierno. Que son un nido de corrupciĂłn. MandĂł cancelar todos para ahorrarse dinero.
Sin embargo, la semana pasada, la ComisiĂłn Federal de Electricidad (CFE) anunciĂł la creaciĂłn… ¡de un fideicomiso! Le llamĂł Fideicomiso Maestro de InversiĂłn. Más allá de que conocemos los privilegios de Manuel Bartlett, director general de la CFE, el asunto esconde un motivo muy preocupante: este Fideicomiso va a depender de CFEnergĂa, que es una empresa filial de CFE. Esto quiere decir que tiene muchos mayores márgenes de maniobra para evadir las obligaciones de transparencia que cualquier dependencia del gobierno federal, facilitando por ejemplo que no se realicen licitaciones. Por esa vĂa se pueden “colar” muchos actos de corrupciĂłn… y estando Bartlett al frente, pues ni quĂ© decir.
Quizá sea pertinente recordar que justo para evadir la transparencia plena, en tiempos de la Presidencia de Felipe CalderĂłn, la construcciĂłn de la polĂ©mica Estela de Luz se pagĂł a travĂ©s de una empresa filial de Pemex. Se llamaba III Servicios (triple i, se pronuncia). A esa empresa este gobierno sĂłlo le cambiĂł el nombre. Le puso PTI Infraestructura. Es la encargada, ni más ni menos, que de repartir los contratos de la refinerĂa de Dos Bocas. Hasta hace unos dĂas, el director de PTI Infraestructura era Jorge Arganis DĂaz Leal. Hoy es el flamante secretario de Comunicaciones y Transportes que entrĂł en relevo de Javier JimĂ©nez EspriĂş.
Recuerdo que por aquel asunto de la Estela de Luz, LĂłpez Obrador hizo un muy justificado escándalo pĂşblico. Hoy serĂa un gran opositor a sĂ mismo, que usa idĂ©nticos mĂ©todos para evadir la transparencia.
Baste citar que en este gobierno, que promete ser el gran parteaguas del fin de la corrupción en México, 9 de cada 10 contratos se otorgan por adjudicación directa, lo que abre la puerta, justamente, a actos de corrupción.
La otra gran paraestatal, Pemex, presentĂł antier resultados. Pero hay un elefante en la sala del que nadie quiere hablar: las deudas con proveedores. Estas deudas no recibidas o que no les permiten a los proveedores facturar a Pemex son de entre 80 y 100 mil millones de pesos, segĂşn me reconocen fuentes con conocimiento del estado de la petrolera mexicana. ¿QuĂ© quiere decir esto? Que si reconocieran tal deuda, el estado de resultados presentado antier en vez de llevar una pĂ©rdida de 10 mil millones de dĂłlares, tendrĂa una deuda de hasta 15 mil millones de dĂłlares. De ese tamaño la manipulaciĂłn de las cifras. A esto se suma el escándalo de la “depreciaciĂłn positiva”, una jugada contable tan pero tan irregular que dejĂł atĂłnitos a propios y extraños. Es como decir que una computadora, conforme pasa el tiempo, vale más y más dinero. ¡Es justo al revĂ©s! Por eso se llama depreciacĂłn. Bueno, pues Pemex habla como si fuera una bodega de vinos: lo que se hace viejo, ¡vale más! Luego se quejan de que los trae en la mira el organismo regulador de Estados Unidos, la US Securities and Exchange Commission (SEC). Pues cĂłmo no iba a ser, con tanto cochinero.
source https://sanluis.eluniversal.com.mx/content/el-truco-de-bartlett-para-esconder-nuevos-contratos
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