“Ni se bajaron, asĂ avanzando le dieron”, dijo un comerciante del Centro HistĂłrico aquella tarde de sábado.
Dos sujetos a bordo de una motocicleta acababan de balear a un desconocido que huĂa de ellos en un Jetta. Lo alcanzaron en la esquina de Uruguay y Cinco de Febrero. Al sentirse acorralado, el hombre estampĂł el auto contra un muro, bajĂł apresuradamente y echĂł a correr.
Le dispararon ocho veces, a plena luz del dĂa y frente a cientos de personas que paseaban por el centro. El cuerpo quedĂł tendido frente a la pastelerĂa La Ideal. Los sicarios —cascos gris y negro; sudadera roja y chamarra negra, respectivamente— se perdieron en el tráfico, dejando tras de sĂ un caos de histeria y gritos.
La sangre de la vĂctima corriĂł por los resquicios de la banqueta. La ambulancia del ERUM aĂşn lo encontrĂł con vida. El hombre muriĂł, sin embargo, en la sala de Urgencias del Hospital Balbuena.
Le decĂan El Machorro. SegĂşn informaciĂłn ofrecida por el periodista David Fuentes, contaba con dos ingresos en el sistema penitenciario: uno por narcomenudeo, otro por secuestro. Era el brazo derecho de un miembro (o un exmiembro) de la llamada UniĂłn Tepito, HĂ©ctor del Valle GĂłmez, alias El Totolate.
Apenas el 24 de mayo pasado, El Totolate fue aprehendido en Fray Servando al lado de cinco cĂłmplices. Estaba extorsionando a un grupo de taxistas. Pero las cosas se le salieron de control y todo terminĂł en una balacera.
De acuerdo con una nota de Carlos Jiménez, la zona de operación de El Totolate se encuentra en la calle de El Carmen, en donde el cobro de piso a los comerciantes es de entre 150 y 200 pesos diarios. La pandemia lo dejó sin entradas, dice Jiménez, asà que Valle Gómez se alejó unas calles en busca de nuevos ingresos.
El Totolate es otro de los miembros de la llamada UniĂłn Tepito que practica la santerĂa. El propio JimĂ©nez ha escrito que, consultando a los dioses yorubas, Valle GĂłmez aconsejĂł a sus jefes —“El Uriel” y “Mi Jefe”— eliminar al lĂder de comerciantes Ă“scar Liebre, ejecutado en noviembre pasado en calles del Centro HistĂłrico de la misma forma en que fue eliminado “el muerto de la Ideal”: por dos sicarios que se le emparejaron a bordo de una moto.
Los dioses habrĂan aconsejado tambiĂ©n el asesinato de otro presunto lĂder de comerciantes —tĂo de El Pozoles, uno de los jefes de la UniĂłn—: JosĂ© Manuel González, a quien apodaban del mismo modo que a su sobrino —y al que dos sicarios a bordo de una moto acribillaron en el centro.
Por increĂble que parezca El Totolate permaneciĂł en prisiĂłn menos de un mes. Otro periodista, Antonio Nieto, reportĂł su liberaciĂłn por orden de un juez —y acotĂł que el papel de este personaje era fungir como enlace entre las cĂ©lulas de El Betito y las cĂ©lulas de El Lunares, los dos jefes criminales que se adueñaron del Centro HistĂłrico.
El pasado 5 de septiembre las autoridades capitalinas recibieron el reporte de que habĂa un lesionado por arma de fuego en el interior de un negocio de serigrafĂa ubicado en Aztecas y Eje 1. “Llega un sujeto en motocicleta, sin mediar palabra le efectĂşan 4 detonaciones, por lo que es trasladado al hospital… Informan los mĂ©dicos de 7 impactos por arma de fuego, 2 en la frente, 1 en el cuello, 1 en el tĂłrax y 2 en la espalda”, informa el parte rendido aquella noche.
La vĂctima era Sergio JesĂşs RodrĂguez Galán, de 32 años. SegĂşn un reporte de la policĂa consultado por el columnista le apodaban El Checo o El Bruja. “Se dedica a cobrar piso en Eje 1 Norte y calle Aztecas, asĂ como en varios estacionamientos, teniendo anteriormente problemas con diferentes dirigentes”.
RodrĂguez Galán era sobrino de Miguel Galán Ayala, uno de los dirigentes de comerciantes más oscuros y poderosos del centro. Hace 20 años, en 2001, la organizaciĂłn de Galán Ayala manejaba 900 afiliados. A Ă©l se le consideraba el principal distribuidor de discos pirata en Tepito: tenĂa a su servicio patrullas de la PolicĂa Judicial y de la SecretarĂa de Seguridad PĂşblica y se hacĂa rodear por un grupo de 20 golpeadores ejercitados en los gimnasios de la zona.
Al año siguiente la prensa lo señaló como protector de una mafia coreana que lentamente se iba apoderando del barrio (300 de los 800 locales se hallaban bajo su dominio). Se le acusó también de formar parte de un grupo dedicado a la falsificación y distribución de marcas de ropa.
Muy pronto sus afiliados llegaban a tres mil. La Jornada indicĂł que la mayor parte de los operativos para buscar mercancĂa robada, o pirata, e incluso droga, ocurrĂan en las calles controladas por este lĂder. Se le acusĂł de “tener la historia más sucia dentro del ambulantaje”. Dolores Padierna, delegada en aquel tiempo, lo acusĂł de haberle querido “comprar” Tepito.
Ignoro si se lo vendiĂł. Lo cierto es que la presencia de Galán Ayala se extendiĂł hasta nuestros dĂas.
Un reporte de la policĂa indica que su sobrino habĂa heredado las funciones de cobro de piso entre los comerciantes de Eje 1 y Aztecas.
Fue el mismo al que asesinaron el 5.
Nadie parece saber, de momento, dĂłnde está Galán Ayala. Pero todo indica que de nueva cuenta arreciĂł la guerra en el centro, y que otra vez las ejecuciones ocurren a dos o tres calles de donde viven y despachan las máximas autoridades del paĂs y de la ciudad.
source https://sanluis.eluniversal.com.mx/content/vuelven-las-ejecuciones-en-el-centro
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