La senadora Ifigenia MartĂnez y yo, decanos de ambas cámaras del Congreso y sobrevivientes de la lucha emprendida hace más de tres decenios contra el dogma neoliberal y a favor de un desarrollo sostenido y justo —lo que hoy llamamos la 4T—, convocamos a un seminario virtual sobre “EconomĂa y Sociedad a partir de la Pandemia” celebrado los pasados dĂas. El evento fue plural y participamos 39 especialistas en distintas ramas del conocimiento. El propĂłsito serĂa arribar a un pacto de estado o a un acuerdo nacional de emergencia que nos permita atacar con mayor Ă©xito la pandemia mediante el concurso del gobierno, empresarios, trabajadores, academia y sociedad civil.
Más de seis horas de debate revelaron sucesivos cĂrculos viciosos que invitan a proceder con certeza y eficacia. Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, planteĂł la necesidad de “instituciones pĂşblicas robustas” pero no autoritarias, mientras que en la práctica sĂłlo se perciben las castrenses encargadas de 13 tareas civiles. Es extraño que este gobierno sea el primero que detenta una legitimidad abrumadora y sin embargo padezca el vaivĂ©n de los poderes econĂłmicos y financieros. Cálculos matemáticos indican que lo peor del Covid-19 está por venir, mientras que desde el poder se habla de una cura milagrosa.
Es esencial la inversiĂłn masiva en servicios de salud y no la austeridad que se pregona. La aterradora desaceleraciĂłn de la economĂa exige una polĂtica contra-cĂclica contundente que implique el incremento del gasto y perderle el miedo al dĂ©ficit pĂşblico, como lo hacen todos los paĂses del mundo. De lo contrario habrá que hacerlo cuando ya no tengamos la capacidad de pago y la recesiĂłn se torne irreversible. DespuĂ©s del paĂs ahogado.
El modelo mexicano de crecimiento contĂł con una potente Banca de Desarrollo al servicio de la producciĂłn y el empleo, no sĂłlo prestarĂa de la banca privada como se piensa en las “recámaras de palacio”. Los paĂses de la OCDE están aumentando su endeudamiento, mientras que los bancos centrales proporcionan la liquidez. Abandonar temores atávicos a la reforma fiscal, indispensable para distribuir las responsabilidades entre los Ăłrdenes de gobierno y liberar a Pemex de gravámenes impagables. Cumplir tratados internacionales sobre Cambio Climático descarbonificando la energĂa y atrayendo cuantiosas inversiones en fuentes limpias y renovables.
Potenciar el T-MEC en una UniĂłn tarifaria de AmĂ©rica del Norte que incluya aranceles, salarios, movilidad laboral e inversiĂłn; igual nuestra asociaciĂłn estratĂ©gica con la UniĂłn Europea y nuestros compromisos con Rusia y China. Aprovechar lo firmado, que no regatearlo. Reducir las brechas de remuneraciĂłn al trabajo y no sĂłlo limitar a los que más ganan. Remedios de fondo, no sĂłlo aspirinas. La estructura del Presupuesto Federal serĂa garante de estas polĂticas, no rutina intrascendente.
“La desigualdad define la Ă©poca que vivimos” sentenciĂł el secretario general de la ONU. En MĂ©xico es abismal. Asumamos que ya somos gobierno y mayorĂa parlamentaria. Los programas sociales focalizados cubrieron la etapa electoral y se consagraron ya en la ConstituciĂłn. No es tiempo de “mis pobres”, sino de “los pobres”. Los beneficios han de ser universales, verificables y con padrones confiables.
El Ingreso Básico Ciudadano goza de total consenso. Es el primero entre los Derechos Humanos: el de no morirse de hambre. Proponemos la reforma al artĂculo 35 constitucional para que sea derecho inalienable de los ciudadanos. Por efecto de la crisis se sumarán 11 millones de personas en pobreza extrema, además de los 10 existentes. Abolir estos cĂrculos viciosos para que no se conviertan en las estrĂas de taladros que horaden el cuerpo de la naciĂłn.
Diputado federal
source https://sanluis.eluniversal.com.mx/content/el-doble-taladro
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